En los inicios
del automóvil, los conductores y pasajeros iban sin ninguna clase de protección
a un ritmo promedio de 16 y 20 kilómetros por hora, límite que poco a poco fue
rebasado hasta velocidades aún más peligrosas.
Las constantes
desgracias en el camino por choques o volcaduras dejaron en claro que se tenía
que hacer algo para reducir el alto riesgo de lesiones y/o muertes a bordo.
Así, en 1924,
los constructores incorporaron frenos en las cuatro ruedas para acortar el
tiempo de detención del auto. Asimismo, tres años después, se desarrolló el
primer sistema de suspensión independiente que permitió una mejor estabilidad.
Luego, a raíz de
las heridas mortales que la columna de dirección causaba a los conductores en
un choque frontal, desde 1939 esta se ensambló en tres piezas para que, durante
el escenario ya descrito, las articulaciones colapsen y la barra se deshaga
antes de entrar a la cabina.
En 1959, el
ingeniero sueco Nils Bohlin creó el cinturón de seguridad de tres puntos a
pedido de Volvo; hoy en día, un elemento imprescindible en todos los autos.
Otro invento que revolucionó el sector fue el sistema antibloqueo de frenos ABS
(Anti-lock Braking System en inglés o Antiblockiersystem en alemán) en 1965,
que se perfeccionó en 1970 con la llegada de la electrónica y pasó a ser un
ítem obligatorio en los autos nuevos comercializados en Europa desde el 2003.
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